Al cumplir 40 años,
papá me envió una carta que trascribía parte de su diario y que me transportó
un mes antes de mi nacimiento en el año 1966 y que relata que de ser mujer hoy
me llamarían Iliana Sussel, pero como fui hombre, fui bautizado como Fernando Cano y toda mi niñez me llamaron Rudy, mamá decía que era el
diminutivo en inglés de Rodolfo.
Al llegar a los 50 y evaluarte físicamente se evidencian los cambios que se presentan lentamente, te quedas cano y calvo, te arrugas, y aparecen
achaques que antes no teníamos, los amigos empiezas a jugarte bromas con la
edad, a sentir que tu posición de mando empieza a cambiar de jugador a
espectador, pero la resiliencia aquí es fundamental, saber adaptarse a esta
nueva etapa de la vida a disfrutarla al máximo, a utilizar tu experiencia a
disfrutar a tu esposa, amigos, hijos o tus aficiones y diversiones sin importar
tu protagonismo o ser el líder del grupo.
Cada día me repito que la vida es una, cada momento es único
y debemos gozarlo al máximo.
Por todo ello, me siento feliz por ser lo que soy y por las miles de
experiencias vividas a lo largo de estos años, que parecen muchos para algunos y
pocos para quienes los vivimos.
El tiempo no se percibe cuando disfrutamos. Al
poner en la balanza mis sentimientos de alegría y de dolor pesan los primeros
sobre los segundos, en la vida siempre habrá sucesos que te provoquen ambos, el
detalle será en pensar y sentir los primeros para lograr la ansiada felicidad.
A quienes están por llegar o ya se pasaron de este número, al final es eso un número, pero que te ubica en un momento y desde donde debes decidir que hacer y disfrutarlo al máximo utilizando los medios que tengas a tu disposición.
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